España estará conformada por las antiguas comunidades autónomas que la componían salvo las de Cataluña, Baleares, País Vasco y Navarra.
La ciudad de Gibraltar pasa a formar parte de España y a integrarse en Andalucía.
Ceuta y Melilla se incorporan al Reino de Marruecos.
La antigua comunidad autónoma de la Comunidad Valenciana tendrá que elegir en referéndum si prefiere pertenecer a España o a los Países Catalanes.
Para las comunidades históricas de Andalucía, Galicia y Comunidad Valenciana hay prevista una autonomía similar a la recogida en la anterior organización del estado.
La capital de España residirá en Madrid.
El idioma oficial de España será el castellano. Igualmente, serán reconocidos el gallego, el catalán, el euskera y el portugués, así como los diversos dialectos utilizado a los largo del territorio nacional.
Portugal estará conformado por la totalidad del antiguo estado de Portugal.
Su capital será Lisboa.
El idioma oficial de Portugal será el portugués. El castellano será cooficial dentro de Portugal.
Los Países Catalanes estarán conformados por las antiguas comunidades autónomas de Cataluña y Baleares, además del estado de Andorra.
La antigua comunidad autónoma de la Comunidad Valenciana tendrá que elegir en referéndum si prefiere pertenecer a España o a los Países Catalanes.
La capital de los Países Catalanes será Barcelona.
El idioma oficial de los Países Catalanes será el catalán. El castellano será cooficial dentro de Países Catalanes.
Euskal Herria estará conformada por las antiguas comunidades autónomas de Euskadi y Navarra más el Iparralde antiguamente perteneciente a Francia.
La capital de Euskal Herria será Pamplona/Iruña.
El idioma oficial Euskal Herria será el euskera. El castellano será cooficial dentro de Euskal Herria.
Las naciones conformantes del estado ibérico tendrán autonomía fiscal propia, destinándose un fondo compensatorio, no superior al 3% del PIB de cada una, a una caja común utilizada en su caso para una correcta redistribución de la riqueza.
La capital del estado ibérico residirá conjuntamente en Lisboa y Zaragoza, albergando la primera la sedes legislativa y ejecutiva y la segunda los tribunales superiores de justicia.
El aparato burocrático del estado ibérico deberá estar reducido a la mínima expresión, teniendo en cuenta que éste se debe desarrollar en cada una de las naciones que lo componen.
Esta administración tiene que tener unas normas claras: definir estrategias de sinergia en todo el territorio ibérico, ejercer de portavocía única ante los organismos panestatales como la UE o el G20, fijar unos límites de gasto y endeudamiento a cada territorio y ejercer de garante del estado del bienestar.
El estado ibérico deberá favorecer una red infraestructural transversal y no radial. Además, serán prioritarios los ejes mediterráneo, central y atlántico que favorezcan la conexión con el resto de Europa.
La forma de gobierno del estado ibérico será una república federal. El nombre oficial del estado será República de Iberia.
Los idiomas oficiales dentro del estado ibérico serán los de cada una de las naciones que lo componen: el castellano, el portugués, el catalán, el gallego y el euskera. El castellano se utilizará como lengua oficial del estado cuando se ejerza la portavocía en organismos supranacionales, debido a su mayor expansión internacional.
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