20 de agosto de 2011

EXPERIMENTO SOCIOLÓGICO

Introducción:

Se coge un sujeto de complexión poco atlética y desangelado aspecto y se introduce en el encuentro entre los peregrinos católicos y los indignados manifestantes laicos, después de someter a dicha persona a una larga caminata desde la Plaza de Castilla hasta el centro de la ciudad que, en principio, no es relevante en absoluto desde el punto de vista del experimento en cuestión.
Aún siendo un ateo a ultranza, hay que tener en cuenta que el susodicho no siente especial predilección por ninguno de los clanes en conflicto, y más teniendo en cuenta que si existiera un botón con el que se pudieran exterminar grupos de personas de manera masiva, el orden elegido sería el siguiente: judíos, italianos, argentinos, hippies y curas.

Así pues, existen unos condicionantes previos y una negatividad de prejuicios que convierten dicho experimento en un procedimiento de alto riesgo, con lo que habrá que ser especialmente precavido a la hora de llevarlo a cabo.
Por supuesto, aconsejar que no se intenten realizar pruebas similares a no ser que haya una preparación física e intelectual digna de tamaña hazaña, salvo en especiales condiciones de locura transitoria y sólo bajo prescripción médica.

Nota: El sujeto en cuestión es el que redacta esta memoria (servidor). Hablo en tercera persona para darle más solemnidad a la experiencia, así en plan Aída Nízar.


Observaciones:

Desde la glorieta de Bilbao, se empieza a vislumbrar una cantidad ingente de personas, en su mayoría peregrinos cristianos que se mueven de manera caótica por el centro de la capital con sonrisas inocentes y sinceras, formandos pequeños grupos en función de su procedencia.
A partir de este momento, se trata de poner los cinco sentidos para contrastar el a priori propio con lo aprendido y así poder preparar un juego de pruebas experimentales y sacar las conclusiones pertinentes.

A pesar del más que evidente problema de olor corporal que afecta al investigador y teniendo en cuenta que la última ducha fue llevada a cabo ese mismo día a las 07:34 AM GMT+1, podemos asegurar que tanto indignados como católicos huelen peor que él. Tras desembocar en la misma Puerta del Sol, el aroma a mulo se torna insoportable.

La vestimenta también es un punto en contra de los sujetos a investigar, aunque quizás influya el hecho de que en ese momento vestía algo fino, ya que portaba la ropa que llevé al trabajo durante esa jornada laboral.

Ambos grupos comparten los colores del arcoiris: los indignados más pro-gays (en estas manifestaciones se reclama de todo) y los cristianos con unos sentimientos más antiabortistas-pacifistas.
También hay un recargado abuso de banderas y estandartes: la ya comentada del arcoiris en común, la republicana por una de las partes y las de los países de origen por otra.

Las proclamas de los indignados del tipo "Benedicto... pederasta..." y las canciones moñas cristianas son de una simpleza intelectual apabullante.
Entre las más originales, podríamos citar: "José Ortega Cano, que conduzca el papa-móvil".

En apariencia, las prostitutas de la calle Montera no son muy conscientes de que se celebra en Madrid la JMJ y entran sin compasión a los libidinosos católicos. Si por ellas fuera se tirarían al mismísimo Papa de Roma y, bien pensado, no es algo que rompa del todo con su quehacer diario.

Tampoco están muy enterados los jóvenes creyentes de lo que es Chueca y de lo que representa. Las caras de algunos al ver pasear cogidos de la mano a dos hombres de mediana edad dan buena cuenta de ello.

Tras acomodarme en una zona de fricción, con una alta concentración de personajes de ambas partes, posiblemente los más tarados, y con gran cantidad de policías atentos a cualquier subida de tono, comienza la fase experimental del estudio.


Experimento 1:

Me dirijo con paso firme y decidido a atravesar la barrera policial e incorporarme a la protesta atea. Un policía me invita amablemente a cambiar mi trayectoria.
Experiencia fallida.


Experimento 2:

Hay un exaltado parabolano estadounidense que clama a grandes voces ante el gentío: "Arrepentíos, arrepentíos, habéis abandonado a Cristo...".
Me dirijo a un atento escuchante y le pregunto: "¿Éste es el mensaje que queréis enviar al mundo?".
La reacción inicial del chavea (mexicano, por cierto) es poner un careto de ACTV (famosa discoteca alcoyana de los años 80) y su respuesta, varios segundos después, es la siguiente: "¿Qué pasa, güey? ¿Acaso tú no sientes al hijo de dios en tu interior? ¿Por qué cosa late tu pinche corasón pues, ah?"
Tras estas aladas palabras, abandono la congregación.


Experimento 3:

Decido visitar uno de los bares circundantes para pulsar la opinión de los restauradores y observar las interacciones entre personajes de las dos partes.
Pido una cerveza, usando palabras textuales "a precio de peregrino".
El camarero, ceño fruncido, afirma que yo no soy peregrino.
Le contesto lo siguiente, así en plan buen rollo: "Mira, he venido andando hasta aquí desde la Plaza de Castilla, que son unos 9 kilómetros mal contados. He andado yo más hoy que cualquiera de los peregrinos estos en toda la puta semana".
El camarero se carcajea y la segunda cerveza no me la cobra. Aparte de estar hasta los cojones de follones, manifestaciones e incertidumbres, los camareros de la zona agradecen bastante el sentido del humor.
Además, la convivencia en el interior del bar es distendida entre todos los presentes de cada uno de los bandos.


Experimento 4:

Consigo atravesar la barrera policial y preguntar a un manifestante laico que portaba la bandera gay acerca del sentido de esa bandera en la protesta.
Tras observar detenidamente mi camisa de cuadros y mis pantalones de pinzas, vestimenta muy distante de la del resto de perro-flautas, el chico me susurra: "Ábrete ahora mismo, que sé que eres un madero camuflado".
Experimento desastroso.


Conclusiones:

* Los bares son sitios de concordia. Si las discusiones parlamentarias se celebraran en un bar, habría continuos quorums. Si las declaraciones de guerra se decidieran en un bar, el siglo XX habría sido fraternal como ninguno otro en la humanidad.

* La proporción de cristianos y ateos en las calles se decanta claramente por los primeros. Sin embargo, la gente que acude a conciertos o espectáculos deportivos es mucho más numerosa que la que acude a las iglesias.

* En todos los grupos de personas hay una cantidad relativa de tarados o majaderos. Según mis cálculos, este porcentaje oscila entre el 6% y el 17% de cada grupo poblacional.

* Ambos colectivos tienen muchas características es común: simbología, banderas, actos reivindicativos, juventud, simpleza dialéctica, inocencia, torpeza intelectual, vestimenta y una angustiosa necesidad patológica de convencer al contrario de sus ideas.

* Si el experimento dura treinta minutos más, acaba cayendo una católica francesita de morritos carnosos que observaba la muchedumbre con cara de curiosidad.

* Es más, si los católicos permanecieran una semana más por las calles de Madrid, no dudéis que la mismísima Intereconomía acabaría haciendo una campaña contra los mismos en la cual pediría la dimisión del Papa, junto con la del ministro del Interior.

* El investigador es mucho más interesante desde el punto de vista sociológico que el 99,9% de los investigados. La incertidumbre de esta estadística es del ±0,1%.

* El único objetivo de unos y otros es derrocar al ínclito gobierno zapateril, resistente como ninguno a todas las adversidades habidas y por haber.


Fase erudita:

La historia se ha comportado de una manera cíclica durante todo su devenir a lo largo de los siglos.
Este comportamiento cíclico está mucho más acotado desde el comienzo de la Edad Contemporánea, donde cada aproximadamente 75 años hay un pequeño período de entre 5 y 10 en el que se produce una grave crisis a nivel mundial, la cual sirve como impulso (una vez superada) para generar largos períodos de crecimiento y mejora de las expectativas económicas y sociales.
El final de la guerra de Crimea, en 1856; el crash del 29, en 1929; y la caída de Lehman Brothers, en 2008 han sido los hitos que en los últimos tres siglos han supuesto los puntos de inflexión históricos de los que he hablado con anterioridad.

Estos cortos períodos involutivos han propiciado el surgimiento o renacimiento de movimientos fanáticos de corte fascistoide, socialcomunista, religioso o nacionalista y han degenerado en algunas ocasiones en regímenes dictatoriales, guerras y demás acontecimientos negativos desde el punto de vista humano, con el consiguiente alargamiento en el tiempo de la involución inicial.

La religión, herida de muerte en el territorio español (antaño reserva católica de Europa), ha visto cómo en los últimos tiempos se ha ido desangrando a sí misma gota a gota hasta dejar a las iglesias yermas de devotos y feligreses.
El aumento de la calidad de vida y el avance en la sociedad del conocimiento han convertido al país de cerrado y sacristía que describía Machado en otra cosa bien distinta, con una religiosidad intermedia dentro de la UE.

Estos condicionantes han favorecido la elección de la capital española como destino ideal de la JMJ de este año, para así revertir la situación de la fe en España hasta el punto de que vuelva a ser esa cantera espiritual europea.
En este caso estamos como en la economía de la eurozona, cuando se ha afirmado que si cae España, cae el euro. Haciendo un símil, se puede decir sin temor a equivocarnos, que desde el punto de vista religioso, si España cae, Europa cae igualmente.

En tiempos de crisis, este experimento funciona y es previsible un repunte de la religiosidad en nuestro país, repunte al que habrá contribuido, como no podía ser de otra manera, la celebración de estas jornadas.
Sin embargo, pasado el empuje y encauzada la crisis, la religiosidad de este país se habrá repartido más entre otras legítimas opciones y, fundamentalmente, se habrá menguado y tornado en laicidad, ateísmo y nihilismo espiritual.

Así pues, una vez perdida Europa y en camino de perder Iberoamérica, al evangelio le quedarán pocos caladeros de fe. Seguramente el único sea África, que seguirá, décadas después, siendo un lugar de miseria, hambruna e ignorancia, para vergüenza de los estados, las religiones, los mercados y todos los lobbies mediáticos, económicos y espirituales.

Por último, veo importante no dejar de señalar que aunque la espiritualidad se pierda en el territorio español y europeo, la cultura occidental seguirá cimentándose en base a unas normas de conducta cristianas, pues se trata de maneras de actuar totalmente institucionalizadas y almacenadas en nuestro material genético a lo largo de los veinte últimos siglos. La mezcla de razas está trayendo algo más de relativismo moral colectivo, pero de momento, Europa no es Eurabia ni nada parecido, sólo es la misma Europa de siempre que entierra por fin a dios, pero que de manera automática obedece sus leyes.
Dicho con otras palabras, si el ínclito Nietzsche levantara la cabeza no estaría conforme porque, a pesar de que el hombre haya matado a dios, Apolo sigue mandando sobre Dionisos, los mediocres siguen dominando a los nobles y la moral sigue basándose en el resentimiento y no en a la valía en términos absolutos.

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