21 de enero de 2011

PARANOIAS EUROPEAS

Desde tiempos immemoriales, Europa como un todo uniforme sometido a una minoría ha sido un objetivo para muchos preclaros pueblos destinados a las más altas empresas.

Ya en la época del glorioso Imperio romano, todos los emperadores y generales del momento tuvieron esa necesidad expansiva, ahogada en parte por la resistencia de las hordas bárbaras germánicas.
El sur del Rhin y del Danubio marcaban esa frontera psicológica que hacía de transición entre la parte y el todo.

Tuvo que pasar un tiempo importante hasta ya inmersos en el medievo, cuando Carlomagno intentara una empresa parecida, salvando las distancias. En este caso, la totalidad de de la actual Francia, gran parte de la Alemania e Italia que hoy conocemos, el Benelux completo, Cataluña y regiones de otros estados existentes hoy en día constituyeron el máximo apogeo del Imperio carolingio. El islam por el sur y otros pueblos por el este y el norte controlaron su límite expansivo.

La Revolución francesa, diez siglos después, marcó el inicio de la Edad Contemporánea y un nuevo intento expansionista de una potencia hegemónica en el continente europeo.
Napoleón, uno de los personajes más singulares de la historia, sólo sucumbió ante el frío estepario ruso y la fortaleza británica (a las puertas de una inminente industrialización). Los incipientes nacionalismos hicieron el resto para abortar esta noble hazaña.

Ya en el siglo XX, el fracaso de la alianza germano-austrohúngara en la Primera Guerra Mundial a la hora de ejercer una influencia determinante sobre los países balcánicos (recientemente liberados del Imperio otomano) y de culminar una expansión acorde con sus necesidades de crecimiento, desencadenó en una serie de sanciones hacia los vencidos que sería el origen del enésimo intento invasivo del continente.
Las sanciones, la crisis de los años siguientes al crash del 29 y los deseos expansionistas alemanes dieron el acceso al poder al partido nacionalsocialista en Alemania, lo que acabó derivando en un régimen dictatorial.
En poco tiempo, Hitler se anexionó Austria, la antigua Checoslovaquia, la mitad de Polonia, los Balcanes, Dinamarca, Noruega, el Benelux y Francia. Además, tenía como íntimos aliados a la fascista Italia de Mussolini (que a su vez controlaba Albania) y al ninguneado estado español liderado por Franco.
De nuevo, toda Europa unida bajo un mismo yugo salvo el Reino Unido y la URSS de la época.
Posteriormente se tomó una decisión estratégica incorrecta al arrebatar la mitad de Polonia a la URSS y anexionarse parte de la misma. Hitler volvía a repetir el error que le costó su empresa a Napoleón y que no era otro que atacar el frente ruso.
Este movimiento, junto con la entrada en el conflicto de EEUU y el Reino Unido, hicieron que la guerra diera un giro de 180 grados y se decantara en favor de los aliados.

Parece ser que desde este último intento oficial de invasión del continente, no ha vuelto a haber ninguna nueva tentativa.
En apariencia los estados-nación del continente (a excepción de la parte balcánica) están consolidados y tienen estructuras de poder robustas.
En este escrito no pretendo sino dar a entender que la inocente idea de una apertura arancelaria entre algunos países (germen de la actual Unión Europea) es de facto un intento invasivo.
Dicho con otras palabras: "la Unión Europea es la invasión lenta de Europa por parte de Alemania".
Hay varios argumentos que apoyan mi teoría:
* Alemania, a pesar de los años transcurridos, sigue herida por las ignominiosas derrotas del pasado y sigue teniendo una vorágine expansiva.
* Los fondos de cohesión no son dinero a fondo perdido. La capacidad exportadora de Alemania convierte una mejora en las condiciones de vida de cualquier país de la unión en un impulso a las ventas y a los ingresos alemanes. Por cada euro que da Alemania, recibe dos a cambio.
* Poco a poco, los estados-nación renuncian cada vez más a parte de su soberanía en detrimento de una mayor soberanía europea. La mayoría de las normas legales de nueva creación vienen impuestas desde Bruselas, o lo que es lo mismo, desde Berlín.
* El Reino Unido no se ha integrado en la unión monetaria y muestra continuamente una actitud dubitativa ante el proyecto europeo, a sabiendas de todo lo que he comentado anteriormente.
* Alemania no está dispuesta a que Turquía entre en la UE, de tal manera que habría un estado con una población similar a la alemana y, por consiguiente, con el mismo peso en cuanto a votos en los distintos órganos de poder.
* Rusia no está en la agenda europea. Alemania ha aprendido en este caso de los errores cometidos por Napoleón y Hitler.
* A raíz de la crisis actual se está hablando de que los ejércitos de cada estado pierdan efectivos y se agrupen en torno a un único ejército europeo fuerte. Estaríamos hablando de un desarme controlado de los estados europeos y un rearme alemán.
* Los países con economías más enfermas en la actualidad como Grecia, Irlanda, Portugal o España están intervenidos de hecho, toman las decisiones que se acuerdan desde Berlín y van a renunciar aún más a su soberanía en los próximos años.
* La locomotora alemana, prácticamente con crecimiento vegetativo durante los últimos veinte años de bonhomía mundial, ha hecho coincidir la crisis mundial con uno de sus máximos avances económicos en la historia y con el vencimiento de la multa que tenía que pagar por los daños ocasionados en la Primera Guerra Mundial.

Con todo esto, parece que queda claro cuál es el objetivo último de la UE, aunque con esta exposición no estoy haciendo una crítica (todo lo contrario). En mi opinión, cualquier intento invasivo del pasado también debió haberse llevado a buen puerto.
Es necesaria una Europa fuerte y unida bajo una misma estrategia frente a EEUU y las potencias emergentes como China, India o Brasil y qué mejor guía para la misma que la gran Alemania.
Europa pierde peso en el contexto internacional actual y se necesita una inversión de la situación para mantener el dominio europeo que ha caracterizado los últimos siglos.
Por último, sería importante recalcar que el sello europeo del estado del bienestar no debe borrarse y para mantenerlo se necesita un aumento de productividad de toda la zona, con lo que la tecnología y el conocimiento son el único posible caballo de batalla en esta lucha. La pregunta que hay que hacerse no es si Europa se puede permitir el estado del bienestar, sino si el resto del mundo se puede permitir por más tiempo el no tenerlo.

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